sábado, 27 de septiembre de 2008

"Lo que no nos atrevemos a decir"


Cuando nos han roto el corazón varias veces, perdemos la seguridad en nosotros mismos, nuestra autoestima se cae por los suelos, nos volvemos más fríos y silenciosos en lo referente a lo afectivo. Es por eso que cuando nuevamente alguien especial entra en nuestra vida, no nos atrevemos a decir lo que sentimos, por miedo al rechazo, y en un principio huimos de todo pensamiento amoroso. Pero el amor y el deseo son cosas que no se pueden ocultar, y tarde o temprano salen de ti sin poderlo remediar. Y luchamos, iniciamos una batalla cuyo fin es conseguir aquello que nos llena, esa parte de la vida que cubre ese vacío que nos dejaron aquellas personas a las que tanto quisimos…
Desgraciadamente puede ocurrir que ese ser especial no sienta lo mismo por nosotros, y eso nos hunde. A pesar de todo, no abandonamos la guerra, y seguimos en la línea de ataque, provocamos encuentros “casuales”, hacemos pequeños regalos “sin importancia”, nos acercamos al “enemigo” dando lo mejor de nosotros… eso sí, todo sin atrevernos a decir las palabras mágicas: te quiero, te extraño, pienso mucho en ti...aún no estamos preparados para un nuevo rechazo.
El tiempo pasa, y la persona con la que soñamos por las noches no reacciona del modo en que quisiéramos. ¡No importa! Aún queda la esperanza, todavía es pronto para rendirse!-- nos decimos en voz baja… Continuamos esforzándonos para llegar a la meta deseada, sin perder la ilusión ni las ganas (a menudo sólo es aumentar la agonía)
Pero la paciencia se acaba, y por fin tiramos la toalla, no sin antes dar un último salto: aquello que no nos atrevíamos a decir. Llegó la hora, nos arriesgamos al máximo y salen de nuestra boca esos sentimientos que nos oprimían el pecho.
Miserablemente la fortuna nos vuelve a dar la espalda, y todo se acaba cuando él/ella se aleja sin decir nada... Perdemos la guerra, las fuerzas, la fe, la esperanza…
Sólo el tiempo nos hará olvidar o volver a recordar, sólo el destino nos unirá o nos separará para siempre.
A pesar de todo tienes que arriesgarte, porque quién sabe si algún día, al decir esas mágicas palabras, encuentres el amor correspondido que tanto esperabas.

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